-Kendor!- exclamó Avahor-.
-A que te refieres, oh! gran líder de lideres?- dijo Zeridian con un alto sentido de sarcasmo-.
-Ya te dije que olvides lo que dijo Ekrom, no creo ser un líder- respondió Avahor algo incomodo por la broma de Zeridian-; sin embargo, si soy un gran arquitecto y el castillo que construiremos será así- diciendo esto le enseñó a Zeridian los planos que había dibujado para el castillo-.
-No esta nada mal y hasta le has dibujado personas- Zeridian no podía contenerse de bromear con Avahor, sentía que era algo natural-. Será mejor que vaya por Kripper y Paco para ver como construimos ese castillo- y diciendo esto se alejó en busca de los magos-.
-No se porque presiento que vamos a tener muchas diferencias Zeridian- le dijo Avahor, pero él ya estaba muy lejos para escuchar-.
Al otro lado del reino Kripper y Paco recorrían los grandes valles que cubrían el futuro reino. Ekrom había hecho un buen trabajo dejando que la magia natural se apoderará de todo el lugar. Había una basta cantidad de animales exóticos, pero muy pocas criaturas mágicas; aunque en algunos bosques se podían encontrar grandes grupos de ents.
Ekrom les había dicho que cerca de la cascada, pasando el pequeño bosque rodeado de ents, encontrarían un pequeño regalo que les serviría hasta el final de sus días. Grande fue la sorpresa al llegar al lugar que el espíritu les había indicado. Después de cruzar el bosque unas hadas bailaron alrededor de los dos magos y los dirigieron cerca de la cascada donde un gran prado se extendía albergando docenas de caballos. Quedaron embelezados mirando con que libertad corrían los caballos y como jugaban a cada segundo. Las hadas se alejaron entonando una canción que los magos encontraron algo irritable. Sin saber que hacer en tal lugar, esperaron por las hadas. Al regresar, cuatro caballos blancos las seguían. Al ver los caballos, los magos no pudieron articular sonido alguno; no era para menos al ver caballos tan hermosos. Su pelaje era tan blanco como una nube, pero brillaba como la plata mas fina cuando los rayos del sol caían. Tenían un paso muy elegante, el cual los hacía destacar entre los demás. Parecían ser los reyes entre todos los caballos.
-Estos caballos son para ustedes- dijo la melodiosa voz del espíritu de Ekrom que los había observado todo este tiempo sin hacer el menor ruido-. Solo puedo ofrecer lo mejor para ustedes, reyes de Ekrom.
-Por favor, no nos llames así- dijo Paco- no somos más que unos simples magos y no creemos ser capaces de llevar un titulo más grande que nuestros nombres.
-Así serán llamados por su futuro pueblo- respondió el espíritu con una gran sonrisa- aunque ustedes no lo deseen, porque son lideres de Ekrom.
-Hmm, Líderes de Ekrom- dijo Kripper- eso me gusta más que rey- terminó riendo y Paco también-. El pueblo que crezca aquí nos conocerá como Líderes de Ekrom y no como reyes.
-Serán entonces Los Cuatro Líderes de Ekrom y estos son mis regalos por aceptar tan grande misión- al decir esto, el espíritu se acercó a los caballos y estos la rodearon. Ella cerró los ojos y se arrodilló, los caballos se tendieron alrededor de ella. Ella pronunció palabras que los magos nunca entendieron, pero luego de eso se levantaron-. Ellos son sus amos ahora- diciendo esto, un caballo se acercó a Paco y otro, a Kripper, al ver a los otros dos se podía ver algo de tristeza en sus ojos-.
Kripper y Paco cogieron las riendas de los otros dos caballos y fueron en busca de Avahor y Zeridian. No muy lejos de allí encontraron a Zeridian y uno de los caballos restantes galopó con energía hacia él. En el camino de regreso le contaron lo sucedido a Zeridian y una vez que llegaron con Avahor sucedió lo mismo.
Una vez reunidos Los Cuatro Líderes de Ekrom, se sentaron en un tronco caído para conversar sobre la futura construcción de el Castillo de Kendor. Pasaron largas horas modificando los diferentes cuartos del castillo, lugares secretos y la ubicación.
Decidieron que el centro del castillo sería el mismo lugar donde estaban sentados y en ese mismo instante comenzarían la construcción. Los magos se levantaron y concentraron su poder, cada uno conjuro un enorme golem de hierro. Estas enromes criaturas de hierro median cerca de seis metros cada una y eran capaz de levantar pesos miles de veces el suyo. Aunque normalmente eran utilizados para defender pequeños pueblos o torres de magos, también eran de mucha ayuda al momento de construir grandes edificaciones como lo sería el Castillo de Kendor.
Lentamente los golem trajeron gigantes piedras desde canteras alejadas dentro de Ekrom y empezaron a dar forma al gran castillo. Por su lado, los magos fueron en busca de los futuros pobladores de este reino.
Avahor, Kripper, Zeridian y Paco regresaron por los caminos que una vez los unieron en busca de seguidores para su noble causa. Con el pasar de los días cada quien encontró en sus caminos personas de corazón puro que no dudaron en dejar sus lugares de origen para acompañarlos.
Al regresar a Ekrom se encontraron todos y parecían conocerse de toda la vida. Con todas sus energías, mucho empeño y unos pocos hechizos mágicos, los nuevos pobladores de Ekrom empezaron a construir su nuevo hogar. Empezaron a construir el Reino de Ekrom.